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jueves, 25 de octubre de 2007

Lluvia


Agua que cae, que limpia la atmósfera, que lava las fachadas, que arrastra impurezas, que causa inundaciones, que alivia la sed, que corta la sequía, que moja paraguas, que lava mi cara cuando salgo a pasear por el parque sin capucha que me cubra, que da de beber a las plantas y los árboles y a los gorriones de la calle.

Agua que limpia los tejados, que satura las alcantarillas, que rebosa los rios, que rellena los embalses, que corre y fluye hacia el mar.

Agua que mojará mi impermeable cuando salga a buscar a mi amado. Agua que fluye en mi interior causando mareas y oleajes y naufragios inesperados.

Agua que fluye y nunca para y arrasa con todo y derrumba todas las barreras. Agua que deseo que me arrastre y me anegue y me inunde y me ahogue hasta los límites de mi supervivencia.

jueves, 18 de octubre de 2007

Descanso


Toda la tarde caminando atareada de un lado a otro, de la oficina al metro, del metro al banco, del banco a la tienda de muebles de cocina, de la tienda de muebles de cocina al centro comercial, en el centro comercial me pateo cada tienda, cada pasillo, cada escalera mecánica, acabo cargada de bolsas con ropa, con comida, los pies sufriendo dentro de los zapatos, que aunque cómodos no son lo suficiente para tantas horas llevándolos puestos en mis sufridas extremidades inferiores, y cuando ya he trabajado las 8 horas y media que tenía que trabajar, y ya he recorrido el banco y la tienda de muebles de cocina, y ya me he pateado el centro comercial de arriba abajo horas y horas, mis pies están lanzando un grito silencioso, pidiendo misericordia y un merecido descanso, así que en lugar de volver caminando a mi casa, decido coger el autobús, y tengo que esperar un buen rato de pie en la parada, hasta que por fin llega el 128 y me subo y me lleva calle arriba, yo de pie junto a la puerta de salida, con las bolsas a mis pies, hasta llegar a mi parada, y me bajo del autobús, y camino por la acera, y espero en el semáforo, lo cruzo, recorro el resto de la acera hasta llegar a mi portal, saco la llave, la abro, subo los 5 escalones de la entrada, abro mi puerta, dejo las bolsas de comida en la cocina y dejo las bolsas de ropa en el dormitorio, y me quito los zapatos que me estaban matando los pies y me quedo descalza, y ay, mis pies respiran aliviados por primera vez en todo el día, y me pongo las zapatillas de estar por casa, y me quito la ropa de calle y me pongo un pijama verde y caqui con el rostro de la pantera rosa sobre el pecho, y por primera vez en todo el día me siento más descansada y relajada y tranquila, y me quito las lentillas que me estaban matando los ojos, y es un doble gozo, descanso de los pies y descanso de los ojos...
Y pienso: hogar, dulce hogar, con mis gatos a mi alrededor, ronroneando y llamando mi atención, una cervecita en la mano, recostada en el sofá y viendo jugar un partido de tenis con un fuera de serie. No necesito nada más para ser feliz.

martes, 16 de octubre de 2007

Nostalgia


Es de noche. En un banco frío de madera. Una mujer desnuda pensativa. Triste. Melancólica. Vulnerable. No piensa en nada. Lo siente todo.

Nostalgia.

sábado, 13 de octubre de 2007

Torso


En la penumbra de la habitación a media tarde, su torso brilla por el sudor.
La luz se filtra por las cortinas verde amarillentas. Él se mueve con suavidad, con firmeza, con brusquedad, con seguridad. Ella solo puede sentirle y mirarle y no saber muy bien dónde se encuentra. Ella sólo puede recibirle y moverse a su compás.
No hay palabras. No hay mentiras. Susurros, gemidos, caricias y besos. Nada más importa...
Tiempo detenido en mitad de la tarde otoñal. La eternidad existe, piensa ella con estupefacción completa. Ella no es ella, es solo un recipiente vacío para contenerle a él, es solo un recipiente completamente lleno de placer. Se observa por fuera, se observa por dentro, deja de controlar, deja de aparentar, se deja llevar por completo por sus sensaciones.
Los gemidos desembocan en unos gritos breves y seguidos, bastante fuertes.
Los dos acaban tumbados sobre las sábanas lilas, respirando entrecortadamente, fuera de si, más dentro de sí mismos que nunca, cada uno dentro de su piel, cada uno en la piel del otro, ambos unidos en un solo cuerpo.

Lo que parecía eterno, se acaba. Un suspiro hondo, desperezarse, hablar un poco, levantarse, ducha rápida, vestirse, unas palabras amables, y salir por la puerta con buenas intenciones. Quizá para no volver más....

domingo, 7 de octubre de 2007

Banco


Para descansar, para observar, para esperar, para besar, para charlar, para reír, para dormir, para vagar, para gozar, para beber, para leer, para comer, para llorar, para estar junto a ti.